Entre 1815 y 1822, las victorias militares de Bolívar en Venezuela, Nueva Granada y Quito dieron origen a la Gran Colombia, confederación de países que hoy son Ecuador, Venezuela, Colombia y Panamá. El primer resultado de dicha situación, en relación con el Perú, fue la incorporación que hizo Bolívar de Guayaquil a la Gran Colombia, a pesar de que dicha ciudad y su región circunvecina se habían pronunciado por la anexión a la república peruana.
El comienzo de un largo conflicto Inicialmente, las relaciones diplomáticas con la Gran Colombia fueron cordiales. Incluso, cuando Bolívar vino a dirigir el Perú se formó una confederación política. Al retirarse Bolívar de nuestro país, se apoderó del gobierno el partido opositor, que expulsó al ejército de la Gran Colombia y a su representante diplomático. Estos acontecimientos se produjeron dentro de un sentimiento nacionalista contrario a la Gran Colombia.
Bolívar exigió explicaciones acerca de la expulsión de las tropas y su representante diplomático, cobró la deuda de independencia y, sorpresivamente, exigió la restitución de la provincia de Jaén y parte de la de Maynas. Ello a pesar de que él, en una carta dirigida al general Santander, había reconocido que pertenecían al Perú.
En ambos países surgió un sentimiento bélico. El ejército peruano atravesó la frontera y se apoderó de Guayaquil en enero de 1829. Más allá de las victorias militares en el conflicto armado, la debilidad de la posición de la Gran Colombia en dichos territorios marcó la firma del Tratado Girón en 1829, y el Tratado Larrea-Gual-llamado también de Guayaquil- en setiembre del mismo año. Este último estableció un convenio de límites, comercio y navegación. Se acordó que ambas partes reconocían como límites de sus respectivos territorios, los que tenían los virreinatos de Nueva Granada y el Perú antes de su independencia. Además, los gobiernos convinieron en que cada país nombraría dos representantes que se encargarían de fijar una línea divisoria. Sin embargo, por problemas climáticos, los representantes no pudieron cumplir con la tarea encargada en el plazo señalado.
Primeras negociaciones
Producido el desmembramiento de la Gran Colombia y el surgimiento de Ecuador como Estado independiente en mayo de 1830, la historia de la frontera entre ese país y el Perú siguió un largo camino de desencuentros y de conflictos armados. Extinguida la Gran Colombia, cesaron los compromisos estipulados en el tratado de 1829. Por eso el Perú no podía exigirle a Ecuador que respete los límites pactados en dicho tratado, ya que no había suscrito ningún tratado con esa nación, que anteriormente no existía como república independiente.
Así lo entendió Ecuador, que inició una serie de reclamos sobre los territorios peruanos de Tumbes, Jaén y Maynas, no obstante que se hallaban claramente en posesión del Perú por ejercicio del principio de uti possidetis. Los ecuatorianos enviaron a Diego Novoa al Perú para que negociara los límites territoriales. Producto de esta misión, peruanos y ecuatorianos firmaron el Tratado Pando-Novoa (1832), en el que se estipulaba que la cuestión de límites aún estaba pendiente, pero que mientras no se llegase a un acuerdo se reconocía el derecho peruano sobre las zonas en disputa.
En la provincia de Maynas, constituida legalmente como departamento de Loreto en 1853, surgió el primer conflicto armado con Ecuador, pues el presidente de ese país, general Francisco Robles, otorgó las márgenes de los ríos Bombonaza y Pastaza para uso y explotación de sus acreedores extranjeros en el año 1858. Las acciones armadas llevaron al Perú a ocupar la ciudad de Guayaquil, lo cual desató una anarquía política en Ecuador. En enero de 1860 se firmó el Tratado de Mapasingue, en el que Ecuador declaró nula la adjudicación de territorios cedidos a sus acreedores, aceptó provisionalmente los límites derivados conforme a la cédula de 1802 y convino en hacer una rectificación de límites.
En 1887, Ecuador volvió a intentar hacer concesiones a sus acreedores internacionales en territorios amazónicos peruanos, generando reacciones diplomáticas en el Perú. Esto originó la firma del Tratado García-Herrera (1890), el cual nunca fue ratificado por el Congreso peruano y, por tanto, carente de valor legal. Para solucionar el conflicto, ambos países designaron árbitro al rey de España. La situación se agravó cuando el gobierno ecuatoriano supuso que el arbitraje del monarca español sería favorable al Perú, lo cual inhibió al rey de dictar la correspondiente sentencia.
Hacia la crisis de 1941
En los siguientes años, el Perú continuo insistiendo en la necesidad del arbitraje para definir los límites con Ecuador. Por su parte, los ecuatorianos planteaban la necesidad de un arreglo directo. En 1913, la Cancillería peruana propuso una fórmula mixta, donde se acogían las negociaciones bilaterales y se fijaban las zonas para un arbitraje restringido.
Esta propuesta dio origen a la firma del Protocolo Castro Oyanguren-Ponce (1924). En él, los países se comprometían a definir que el arbitraje previsto sería de derecho y no de justicia, como proponía Ecuador. Asimismo, hasta el término de las negociaciones en Washington los países mantendrían sus posiciones territoriales, sin que esto implicara un reconocimiento de derecho sobre las zonas poseídas. Las conferencias en Washington (setiembre de 1936 y julio de 1937) no prosperaron. Coincidiendo con el fracaso de la conferencia, el presidente ecuatoriano Enríquez inició una política de choques fronterizos y una campaña de ataques hacia el Perú a través de la prensa y la radio.
El desarrollo del conflicto
El punto más crítico llegó en julio de 1941, cuando Ecuador, violando los acuerdos del Protocolo Castro Oyanguren-Ponce, inició una serie de ataques militares a los puestos de frontera peruanos en Tumbes.
El ejército peruano rechazó a las tropas ecuatorianas en las diferentes acciones militares que se generalizaron en un frente de 50 kilómetros. El 23 de julio, cuando los ecuatorianos desencadenaron su ofensiva general, encontraron una resistencia que no esperaban. El 30 de julio, los efectivos peruanos pasaron al ataque. En las primeras horas del 31 de julio, los regimientos de caballería llegaron a Santa Rosa y luego ocuparon Arenillas. A las 4 de la tarde del mismo día, tropas aerotransportadas ocuparon Machala y un destacamento de treinta paracaidistas -los primeros que actuaron en Latinoamérica-, descendió en Puerto Bolívar. Al finalizar el día, los peruanos habían logrado controlar las provincias de El Oro y Machala.
Las negociaciones de paz que tuvieron como países garantes a Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos finalizaron con la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro el 29 de enero de 1942. Allí se estableció una frontera definitiva, cuya delimitación final la haría una comisión mixta bajo el amparo de los países garantes.
Años después sólo quedaba por demarcar un tramo de 78 kilómetros en la cordillera del Cóndor. Ecuador demoró primero e impidió después la finalización de la delimitación, para luego pasar a diversas declaraciones que pretendían desconocer el protocolo.
Un nuevo conflicto: El incidente de "Falso Paquisha” Debido a las dificultades planteadas por Ecuador que imposibilitaban la demarcación de la frontera, el 21 de enero de 1981 un helicóptero ecuatoriano -según la versión de ese país, sufrió el impacto de una bala disparada por soldados peruanos en la zona de la cordillera del Cóndor. Por su parte, la Cancillería peruana desmentía la versión ecuatoriana y denunciaba que los ecuatorianos habían establecido puestos de vigilancia dentro del territorio nacional, bautizándolos con nombres de dos poblaciones ecuatorianas, Paquisha y Mayaicu. El canciller peruano Javier Arias Stella declaró que el objetivo ecuatoriano era presentar al Perú como agresor cuando, justamente, era todo lo contrario. El 31 de enero de ese mismo año, el gobierno peruano anunció la caída del puesto “Falso Paquisha”, con lo que se restablecía plenamente la soberanía del Perú. Hasta el 30 de marzo, las comisiones militares de ambos países llevaron a cabo negociaciones que pretendían buscar una solución final al conflicto. Sin embargo, esta no se logró.
El presidente Belaúnde iza el pabellón nacional en "Falso Paquisha", luego de que esta zona fuese recuperada por las Fuerzas Armadas peruanas en 1981.Acuerdos del siglo XX
La paz con Ecuador
La falta de una demarcación definitiva generó nuevas infiltraciones ecuatorianas a territorio peruano. A fines de 1994 se descubrieron tropas ecuatorianas en las cabeceras del río Cenepa. La infiltración obedeció principalmente a la desocupación de los puestos fronterizos debido a que las fuerzas militares peruanas estaban ocupadas en la lucha antisubversiva.
Fracasadas las vías diplomáticas, el 26 de enero de 1995 se produjo un primer enfrentamiento. Una patrulla ecuatoriana emboscó muy cerca de Base Sur a la patrulla peruana Roosevelt. Después de cinco semanas de enfrentamientos, la versión oficial del Perú daba cuenta de que había recuperado los puestos de Cueva de los Tayos y Base Sur, y dominaba las alturas de Tiwinza. Terminado el conflicto, se pudo comprobar que Tiwinza no fue recuperada a pesar del heroísmo de los soldados peruanos, quienes lucharon con enorme desventaja y en condiciones muy duras.
El cese de las hostilidades se logró gracias a las gestiones de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro y a la firma de un acuerdo en Itamaraty. Después de esto, el Perú se vio obligado a volver a la mesa de negociaciones e incluir lo que en Itamaraty se llamó los "impasses subsistentes". Estos se referían a cuatro puntos: integración fronteriza, medidas de confianza, libertad de comercio y navegación y, por último, la fijación de la frontera común. Después de arduas negociaciones, en setiembre de 1998 se llegó a un acuerdo.
Si nos atenemos a nuestro mapa oficial, el Perú perdió 34 km2, aunque la versión oficial señaló que ese territorio se encontraba en una región cuya delimitación no fue definida de un modo claro por el Protocolo de Río de Janeiro, sino por el fallo arbitral de Dias de Aguiar. Tanto la opinión pública peruana como la ecuatoriana mostraron disconformidad con el fallo de los garantes, aduciendo que fueron desfavorables a los intereses de sus respectivos países.