martes, 29 de marzo de 2022

Acuerdo con Colombia

El caso colombiano 

Con la desintegración del ideal bolivariano de la Gran Colombia, la naturaleza ambigua de la demarcación fronteriza territorial entre Perú y Colombia dio paso a una serie de negociaciones y conversaciones en la búsqueda de solución inmediata al tema de los hitos. Sin embargo, lo que inicialmente se planteó como un tema limítrofe clásico, muy pronto incorporó el elemento amazónico y la posibilidad de navegación fluvial en la región. En 1894, con motivo de las gestiones diplomáticas entre Perú y Ecuador, Colombia solicitó ser admitida en las discusiones fronterizas. El gobierno colombiano argumentó tener derechos sobre la región de Maynas. A diferencia de Ecuador -que negaba la existencia de la Real Cédula de 1802, en que se demuestra que la comandancia de Maynas se había incorporado al Virreinato del Perú-, Colombia sí aceptaba su existencia, pero negó su carácter jurídico y sostuvo que la Cédula sólo era una demarcación de orden eclesiástico, pero no político o civil. A pesar de las buenas intenciones, a lo largo del siglo XIX las conversaciones entre el Perú y Colombia no lograron plasmar un documento definitivo que estableciera las bases legales sobre las cuales estipular la situación limitrofe entre ambos países. El manejo consistió en acuerdos temporales de buena voluntad y mutuo respeto a la soberanía de cada nación. 

Negociaciones a inicios del siglo XX 

A inicios del siglo XX, Colombia inició una campaña muy efectiva que beneficiaría sus intereses en la región amazónica. Los sucesos de convulsión interna que desembocaron en 1903 en la separación de su territorio de toda la zona del istmo de Panamá, llevando al surgimiento de dicha nación como Estado independiente, marcaron la voluntad política de definir y lograr una presencia sólida y real en el Amazonas. 

El fracaso de las diferentes conversaciones para solucionar el problema de la frontera originó que Colombia, en 1906, anunciara que volvería a ejercer jurisdicción en la zona del Putumayo. Como consecuencia de este acto, se produjeron diversos enfrentamientos en la región. Con el ánimo de solucionar la violenta situación, los ministros de Relaciones Exteriores de Perú y Colombia, Melitón Porras y Tanco Argaez, respectivamente, firmaron un tratado de paz, amistad y límites. En él se estipulaba que los temas limítrofes entre ambos países serían tratados luego de resuelto dicho aspecto con Ecuador. 

No obstante lo acordado, Colombia estableció en enero de 1911, campamentos iniciales en la zona en disputa, ubicada en la margen derecha del río Caquetá. En junio del mismo año, otra expedición militar zarpó a Puerto Córdoba o La Pedrera, en clara incursión al territorio nacional. En defensa de sus intereses, el Perú solicitó la suspensión de la expedición, pero su pedido fue denegado. Como respuesta, las autoridades militares de Loreto enviaron un contingente militar con la misión de desalojar a los colombianos de Puerto Córdoba. 

Aunque se hicieron gestiones para evitar el enfrentamiento, entre el 10 y el 12 de julio, peruanos y colombianos sostuvieron feroces encuentros. Bajo el mando de Oscar Benavides, los soldados peruanos lograron desalojar a los invasores y tomaron Puerto Córdoba. Días después, el Perú desalojó la zona en cumplimiento de los acuerdos previos.

Las gestiones diplomáticas llevaron a la firma, en 1911, del convenio Pinto-Olaya Herrera. En él se estipulaba el carácter provisional de las guarniciones en el Caquetá, que no significaban reconocimiento alguno de soberanía por ninguna de las partes.

El Tratado Salomón-Lozano 

En los años siguientes se sucedieron acciones militares por ambos bandos, lo que puso en evidencia la necesidad urgente de dar una solución oficial al impasse fronterizo. Así, en marzo de 1922 se suscribió en Lima el Tratado Salomón-Lozano, en el que se reconoce como línea fronteriza entre ambos países el río Putumayo, trazando una línea de confluencia que desemboca directamente en el río Amazonas, hasta el límite entre Perú y Brasil establecido en 1851. Con ello, Colombia obtenía acceso directo al Amazonas a través de la cesión que hacía el Perú de un territorio de forma trapezoidal, cuya base estaba constituida por el río Amazonas y cuyo poblado más importante era la ciudad peruana de Leticia. A cambio de este acceso al Amazonas, Colombia reconocía como peruanos los territorios comprendidos entre la margen derecha del río Putumayo y la línea establecida en la frontera entre Ecuador y Colombia en las hoyas del Putumayo y del Napo. Dado el acceso amazónico concedido a Colombia por el gobierno peruano, el Tratado Salomón-Lozano es uno de los acuerdos limítrofes más polémicos y cuestionados entre los firmados por el Perú.



Acuerdo con Brasil

 El caso brasileño 

El proceso de delimitación fronteriza entre Perú y Brasil se remonta a las disputas de los territorios coloniales controlados por las coronas de España y Portugal. El primer tratado limítrofe firmado para delimitar las posesiones de ambas coronas fue el de Tordesillas en 1494; posteriormente, el Tratado de San Ildefonso de 1777 estipuló que cada parte interesada se quedaba con lo que poseía al momento de la firma del tratado, estableciendo como referencia el uti possidetis de 1750. 

Negociaciones a inicios de la República 

Los primeros tratados firmados entre Perú y Brasil dieron prioridad al tema de navegación por el Amazonas frente a la necesidad de definir los hitos fronterizos entre ambas naciones Doc. 1 En 1866, ambos gobiernos nombraron a los comisionados encargados de fijar los hitos de frontera tal como la habían acordado en 1851. La comisión comenzó sus labores por la boca del Apaporis, siguió por el río Putumayo -donde se realizaron algunos cambios, y terminó con la exploración del río Yavarí, pero al no poder llegar hasta las nacientes mismas, determinó por cálculo el lugar de origen. Años después, en 1898, el gobierno del Brasil comunicó al Perú que Cunha Gómez, jefe de una comisión de límites, había determinado el origen exacto del río Yavari, lo que trajo consecuencias negativas para el Perú. Los límites territoriales entre el Perú y Brasil no serían resueltos sino hasta 1909, con la firma del Tratado Velarde-Río Branco, que fijó la línea de frontera a partir de la naciente del río Yavarí. A pesar de las críticas a las conclusiones del tratado, un análisis más detallado nos muestra que el Perú no cedió al Brasil sino lo que este país tenía ganado como consecuencia de anteriores actos internacionales. Además, el Perú mantuvo integramente las dos zonas declaradas neutrales en momentos que se desarrollaban las conversaciones para la firma del tratado.






Acuerdos con Bolivia

La zona limítrofe del Perú y Bolivia ha estado marcada por una constante interacción, económica y política. Concebidas como una continuidad geográfica, las regiones del Perú y el Alto Perú (Bolivia) representaron, durante los siglos XVI y XVII, el centro del accionar colonial español.

Durante el siglo XVIII, y a raíz de la aplicación de las reformas borbónicas, el Alto Perú formó parte del nuevo Virreinato del Río de la Plata (1776). Sin embargo, los sucesos vinculados a las campañas de independencia mostraron la ambigua situación de las provincias del Alto Perú, pues producida la proclamación de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1810, el Alto Perú fue administrado y mantenido bajo el dominio español a través de una fuerza militar enviada por el virrey Abascal desde el Perú. 

La situación política del Alto Perú se mantuvo inalterable hasta inicios de 1825, año en el que el general Antonio José de Sucre ocupó militarmente el territorio. Posteriormente, en el mes de agosto, Bolivia surgió como Estado independiente.

Los tratados de delimitación territorial 

En 1863 se firmó el Tratado Ribeyro-Benavente, en el que se acordó estudiar la carta topográfica fronteriza y reconocer como límites aquellos existentes en ese momento, hasta que los dos países presentaran sus títulos jurídicos. En los años siguientes se establecieron comisiones demarcadoras con el fin de establecer la línea fronteriza, pero no se llegó a ningún acuerdo definitivo. 

En consecuencia, en abril de 1886 se firmó un tratado preliminar en La Paz. Inmediatamente después de la firma de ese tratado, se produjo una serie de incidentes en la zona del Acre, a lo que se sumó el establecimiento de una oficina aduanera boliviana en la confluencia del Manu con Madre de Dios. Poco después, Bolivia dictó una ley que ordenaba la creación de aduanas sobre el Aquirí y el Madre de Dios y la organización política aduanera en la región del Aquirí y el Purus. Ante la demanda de revocación de las medidas, el ministro boliviano Claudio Pinillo alegó su legitimidad a partir de los títulos coloniales de Bolivia en esa región y de las colonizaciones bolivianas realizadas con la protesta del Perú.

El establecimiento de la frontera definitiva 

Con el objetivo de definir los límites territoriales de ambos países, el 23 de setiembre y el 30 de diciembre de 1902 el ministro peruano Felipe de Osma y el canciller boliviano Eleodoro Villazón firmaron los tratados de demarcación y arbitraje. La frontera se dividió en dos zonas: una fluvial y otra terrestre. La frontera terrestre era la que presentaba menos inconvenientes, pues los límites eran conocidos tradicionalmente. 

Los territorios de la región fluvial, de resolución más complicada, se sometieron al arbitraje del gobierno argentino, quien debía resolver a qué país pertenecían los territorios, de conformidad con las disposiciones y títulos vigentes en 1810. El 9 de julio de 1909, el presidente argentino José Figueroa expidió el laudo arbitral en el que consideró que los títulos coloniales presentados por ambos países no eran suficientemente claros, por lo que resolvió fijar la línea de frontera con un criterio de equidad. 

La Cancillería boliviana presentó observaciones al laudo argumentando que no se había resuelto la cuestión conforme a los principios de derecho, sino conforme a la equidad. Como respuesta, la República Argentina decidió romper sus relaciones con Bolivia. El Perú, dispuesto a cumplir el laudo que ponía fin a las disputas territoriales con Bolivia, firmó el Tratado Polo-Bustamante, donde se estipularon algunos canjes en los territorios adjudicados por el laudo argentino y se acordaba la línea fronteriza definitiva. 

Después del Tratado Polo-Bustamante quedaba pendiente la demarcación de la zona poblada que se había convenido definir por el tratado de setiembre de 1902. A partir de 1925, una comisión especial llevó a cabo la demarcación final. Si bien eran límites tradicionales, se encontró un punto difícil en la península de Copacabana, que está unida al lado peruano del lago Titicaca, pero en cuyo interior se encontraban confundidas tierras pertenecientes a comunidades peruanas y bolivianas. Finalmente, esta dificultad fue solucionada y la frontera peruano-boliviana quedó delimitada.

Frontera Perú - Bolivia

Políticas de integración 

El embajador Jorge Morelli Pando afirma que, tratándose de la problemática de fronteras (la ocupación efectiva de territorios contiguos y su vigilancia) surge ante todo la idea de la seguridad sin perjuicio del concepto de defensa, por ello lo razonable es considerar a los espacios limítrofes como escenarios de desarrollo binacional o multinacional. 

En ese sentido, Perú y Bolivia han suscrito una serie de tratados para adoptar políticas comunes que les permitan integrarse y alcanzar el ansiado desarrollo. 

Una muestra de ello es el Tratado General de Integración y Cooperación Económica y Social para la conformación del mercado común entre la República de Bolivia y la República del Perú, que ambas naciones suscribieron en agosto del 2004.

El mencionado tratado tiene entre sus objetivos:

  • Profundizar la integración binacional.
  • Favorecer el desarrollo integral y sostenible de ambos países, con énfasis en los aspectos económico, social, político, cultural y ambiental.
  • Incrementar los flujos comerciales, turísticos y de inversión bilaterales.
  • Promover el desarrollo social conjunto, así como la lucha contra la pobreza y la exclusión social, especialmente en las poblaciones de zonas fronterizas.
  • Propiciar las condiciones necesarias para avanzar gradualmente hacia la conformación de un Mercado Común.


La frontera con Ecuador

Entre 1815 y 1822, las victorias militares de Bolívar en Venezuela, Nueva Granada y Quito dieron origen a la Gran Colombia, confederación de países que hoy son Ecuador, Venezuela, Colombia y Panamá. El primer resultado de dicha situación, en relación con el Perú, fue la incorporación que hizo Bolívar de Guayaquil a la Gran Colombia, a pesar de que dicha ciudad y su región circunvecina se habían pronunciado por la anexión a la república peruana.

El comienzo de un largo conflicto

Inicialmente, las relaciones diplomáticas con la Gran Colombia fueron cordiales. Incluso, cuando Bolívar vino a dirigir el Perú se formó una confederación política. Al retirarse Bolívar de nuestro país, se apoderó del gobierno el partido opositor, que expulsó al ejército de la Gran Colombia y a su representante diplomático. Estos acontecimientos se produjeron dentro de un sentimiento nacionalista contrario a la Gran Colombia.

Bolívar exigió explicaciones acerca de la expulsión de las tropas y su representante diplomático, cobró la deuda de independencia y, sorpresivamente, exigió la restitución de la provincia de Jaén y parte de la de Maynas. Ello a pesar de que él, en una carta dirigida al general Santander, había reconocido que pertenecían al Perú.

En ambos países surgió un sentimiento bélico. El ejército peruano atravesó la frontera y se apoderó de Guayaquil en enero de 1829. Más allá de las victorias militares en el conflicto armado, la debilidad de la posición de la Gran Colombia en dichos territorios marcó la firma del Tratado Girón en 1829, y el Tratado Larrea-Gual-llamado también de Guayaquil- en setiembre del mismo año. Este último estableció un convenio de límites, comercio y navegación. Se acordó que ambas partes reconocían como límites de sus respectivos territorios, los que tenían los virreinatos de Nueva Granada y el Perú antes de su independencia. Además, los gobiernos convinieron en que cada país nombraría dos representantes que se encargarían de fijar una línea divisoria. Sin embargo, por problemas climáticos, los representantes no pudieron cumplir con la tarea encargada en el plazo señalado.

Primeras negociaciones 

Producido el desmembramiento de la Gran Colombia y el surgimiento de Ecuador como Estado independiente en mayo de 1830, la historia de la frontera entre ese país y el Perú siguió un largo camino de desencuentros y de conflictos armados. Extinguida la Gran Colombia, cesaron los compromisos estipulados en el tratado de 1829. Por eso el Perú no podía exigirle a Ecuador que respete los límites pactados en dicho tratado, ya que no había suscrito ningún tratado con esa nación, que anteriormente no existía como república independiente.

Así lo entendió Ecuador, que inició una serie de reclamos sobre los territorios peruanos de Tumbes, Jaén y Maynas, no obstante que se hallaban claramente en posesión del Perú por ejercicio del principio de uti possidetis. Los ecuatorianos enviaron a Diego Novoa al Perú para que negociara los límites territoriales. Producto de esta misión, peruanos y ecuatorianos firmaron el Tratado Pando-Novoa (1832), en el que se estipulaba que la cuestión de límites aún estaba pendiente, pero que mientras no se llegase a un acuerdo se reconocía el derecho peruano sobre las zonas en disputa.

En la provincia de Maynas, constituida legalmente como departamento de Loreto en 1853, surgió el primer conflicto armado con Ecuador, pues el presidente de ese país, general Francisco Robles, otorgó las márgenes de los ríos Bombonaza y Pastaza para uso y explotación de sus acreedores extranjeros en el año 1858. Las acciones armadas llevaron al Perú a ocupar la ciudad de Guayaquil, lo cual desató una anarquía política en Ecuador. En enero de 1860 se firmó el Tratado de Mapasingue, en el que Ecuador declaró nula la adjudicación de territorios cedidos a sus acreedores, aceptó provisionalmente los límites derivados conforme a la cédula de 1802 y convino en hacer una rectificación de límites.

En 1887, Ecuador volvió a intentar hacer concesiones a sus acreedores internacionales en territorios amazónicos peruanos, generando reacciones diplomáticas en el Perú. Esto originó la firma del Tratado García-Herrera (1890), el cual nunca fue ratificado por el Congreso peruano y, por tanto, carente de valor legal. Para solucionar el conflicto, ambos países designaron árbitro al rey de España. La situación se agravó cuando el gobierno ecuatoriano supuso que el arbitraje del monarca español sería favorable al Perú, lo cual inhibió al rey de dictar la correspondiente sentencia.

Hacia la crisis de 1941 

En los siguientes años, el Perú continuo insistiendo en la necesidad del arbitraje para definir los límites con Ecuador. Por su parte, los ecuatorianos planteaban la necesidad de un arreglo directo. En 1913, la Cancillería peruana propuso una fórmula mixta, donde se acogían las negociaciones bilaterales y se fijaban las zonas para un arbitraje restringido. 

Esta propuesta dio origen a la firma del Protocolo Castro Oyanguren-Ponce (1924). En él, los países se comprometían a definir que el arbitraje previsto sería de derecho y no de justicia, como proponía Ecuador. Asimismo, hasta el término de las negociaciones en Washington los países mantendrían sus posiciones territoriales, sin que esto implicara un reconocimiento de derecho sobre las zonas poseídas. Las conferencias en Washington (setiembre de 1936 y julio de 1937) no prosperaron. Coincidiendo con el fracaso de la conferencia, el presidente ecuatoriano Enríquez inició una política de choques fronterizos y una campaña de ataques hacia el Perú a través de la prensa y la radio.

El desarrollo del conflicto 

El punto más crítico llegó en julio de 1941, cuando Ecuador, violando los acuerdos del Protocolo Castro Oyanguren-Ponce, inició una serie de ataques militares a los puestos de frontera peruanos en Tumbes. 

El ejército peruano rechazó a las tropas ecuatorianas en las diferentes acciones militares que se generalizaron en un frente de 50 kilómetros. El 23 de julio, cuando los ecuatorianos desencadenaron su ofensiva general, encontraron una resistencia que no esperaban. El 30 de julio, los efectivos peruanos pasaron al ataque. En las primeras horas del 31 de julio, los regimientos de caballería llegaron a Santa Rosa y luego ocuparon Arenillas. A las 4 de la tarde del mismo día, tropas aerotransportadas ocuparon Machala y un destacamento de treinta paracaidistas -los primeros que actuaron en Latinoamérica-, descendió en Puerto Bolívar. Al finalizar el día, los peruanos habían logrado controlar las provincias de El Oro y Machala. 

Las negociaciones de paz que tuvieron como países garantes a Brasil, Argentina, Chile y Estados Unidos finalizaron con la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro el 29 de enero de 1942. Allí se estableció una frontera definitiva, cuya delimitación final la haría una comisión mixta bajo el amparo de los países garantes. 

Años después sólo quedaba por demarcar un tramo de 78 kilómetros en la cordillera del Cóndor. Ecuador demoró primero e impidió después la finalización de la delimitación, para luego pasar a diversas declaraciones que pretendían desconocer el protocolo.


Un nuevo conflicto: El incidente de "Falso Paquisha” Debido a las dificultades planteadas por Ecuador que imposibilitaban la demarcación de la frontera, el 21 de enero de 1981 un helicóptero ecuatoriano -según la versión de ese país, sufrió el impacto de una bala disparada por soldados peruanos en la zona de la cordillera del Cóndor. Por su parte, la Cancillería peruana desmentía la versión ecuatoriana y denunciaba que los ecuatorianos habían establecido puestos de vigilancia dentro del territorio nacional, bautizándolos con nombres de dos poblaciones ecuatorianas, Paquisha y Mayaicu. El canciller peruano Javier Arias Stella declaró que el objetivo ecuatoriano era presentar al Perú como agresor cuando, justamente, era todo lo contrario. El 31 de enero de ese mismo año, el gobierno peruano anunció la caída del puesto “Falso Paquisha”, con lo que se restablecía plenamente la soberanía del Perú. Hasta el 30 de marzo, las comisiones militares de ambos países llevaron a cabo negociaciones que pretendían buscar una solución final al conflicto. Sin embargo, esta no se logró.

El presidente Belaúnde iza el pabellón nacional en "Falso Paquisha", luego de que esta zona fuese recuperada por las Fuerzas Armadas peruanas en 1981.

Acuerdos del siglo XX

La paz con Ecuador

La falta de una demarcación definitiva generó nuevas infiltraciones ecuatorianas a territorio peruano. A fines de 1994 se descubrieron tropas ecuatorianas en las cabeceras del río Cenepa. La infiltración obedeció principalmente a la desocupación de los puestos fronterizos debido a que las fuerzas militares peruanas estaban ocupadas en la lucha antisubversiva.

Fracasadas las vías diplomáticas, el 26 de enero de 1995 se produjo un primer enfrentamiento. Una patrulla ecuatoriana emboscó muy cerca de Base Sur a la patrulla peruana Roosevelt. Después de cinco semanas de enfrentamientos, la versión oficial del Perú daba cuenta de que había recuperado los puestos de Cueva de los Tayos y Base Sur, y dominaba las alturas de Tiwinza. Terminado el conflicto, se pudo comprobar que Tiwinza no fue recuperada a pesar del heroísmo de los soldados peruanos, quienes lucharon con enorme desventaja y en condiciones muy duras.

El cese de las hostilidades se logró gracias a las gestiones de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro y a la firma de un acuerdo en Itamaraty. Después de esto, el Perú se vio obligado a volver a la mesa de negociaciones e incluir lo que en Itamaraty se llamó los "impasses subsistentes". Estos se referían a cuatro puntos: integración fronteriza, medidas de confianza, libertad de comercio y navegación y, por último, la fijación de la frontera común. Después de arduas negociaciones, en setiembre de 1998 se llegó a un acuerdo.

Si nos atenemos a nuestro mapa oficial, el Perú perdió 34 km2, aunque la versión oficial señaló que ese territorio se encontraba en una región cuya delimitación no fue definida de un modo claro por el Protocolo de Río de Janeiro, sino por el fallo arbitral de Dias de Aguiar. Tanto la opinión pública peruana como la ecuatoriana mostraron disconformidad con el fallo de los garantes, aduciendo que fueron desfavorables a los intereses de sus respectivos países.



lunes, 28 de marzo de 2022

La frontera con Chile

Inicio del conflicto

La situación conflictiva en el sur se originó cuando Chile reclamó a Bolivia territorios ubicados al norte del paralelo 25, considerado la frontera entre ambos países. Detrás de los reclamos territoriales se hallaban razones económicas, pues Chile pretendía las zonas salitreras ubicadas en la provincia boliviana de Atacama. En 1874, chilenos y bolivianos firmaron un tratado que fijó como límite definitivo el paralelo 24. Además, Bolivia se comprometía a no aumentar los impuestos existentes sobre el capital y las industrias chilenas que operaban en su territorio.

Un año antes, en 1873, Perú y Bolivia, recelosos de la actitud belicista que manifestaban los gobiernos chilenos, decidieron firmar un tratado de alianza defensiva. Ambos países se unían para garantizar, mutuamente, su independencia, soberanía e integridad y defenderse de toda agresión exterior. Asimismo, el tratado estipulaba que ante cualquier amenaza debían emplearse los métodos conciliatorios con el fin de evitar la guerra.

Mientras tanto, los problemas fronterizos entre Bolivia y Chile continuaban. La situación se volvió crítica cuando Chile invadió el litoral boliviano a inicios de 1879. El gobierno peruano, cumpliendo lo estipulado en la alianza defensiva, realizó las mediaciones pertinentes para resolver el conflicto. Chile rechazó las propuestas efectuadas por los plenipotenciarios peruanos y el 5 de abril, en medio de violentas manifestaciones contra el Perú y su sede diplomática en Santiago, le declaró la guerra al Perú y a Bolivia.

Primeras negociaciones

Entre 1879 y 1883, las tropas chilenas lograron vencer a los ejércitos peruanos y ocuparon gran parte del territorio nacional. En 1881 tomaron la capital e intentaron firmar la paz con el gobierno provisional de Francisco García Calderón. El presidente, interpretando la opinión de la población, rechazó todo proyecto que tuviera por base la cesión de territorios, motivo por el que fue depuesto por los invasores y enviado en calidad de prisionero a Chile.

Consumada la derrota, Miguel Iglesias proclamó la necesidad de firmar la paz. El 20 de octubre de 1883, el plenipotenciario peruano José Antonio de Lavalle y su homólogo chileno Mariano Castro Zaldívar firmaron en Ancón el tratado de paz que ponía fin al conflicto. En él se estipulaba la cesión definitiva del departamento de Tarapacá, desde el río Loa hasta la quebrada y río Camarones, así como la posesión, por un término de diez años, de las provincias de Tacna y Arica por parte de Chile. Pasados los diez años se realizaría un plebiscito para decidir con quién se quedaban dichas provincias.

Un protocolo específico determinaría las condiciones del plebiscito: quiénes serían los votantes, la forma del voto, la constitución de autoridades plebiscitarias. Por último, el tratado convenía que el país que resultase vencedor debía pagar al otro diez millones de pesos.

En 1892, dos años antes de cumplirse la fecha para la realización del plebiscito, el ministro peruano Larrabure propuso a Chile la celebración del protocolo que determinaria en que condiciones debía efectuarse el plebiscito o la devolución de Tacna y Arica a cambio de ventajas comerciales para Chile o el pago del rescate de diez millones de pesos. Sin embargo, el gobierno chileno evadió las diferentes propuestas.

La chilenización de Tacna y Arica

Hacia finales del siglo XIX era claro que Chile, a través de una interpretación sui géneris del Tratado de 1883, de ofrecimiento de una indemnización de 20 millones de soles, o de la compra de votación de la población boli viana residente en Tacna y Arica, intentaba apropiarse de los territorios mencionados. Franklin Pease ha señalado que el gobierno chileno desarrolló una política dirigida a hacer fracasar los acuerdos, difiriendo la consulta popular y desarrollando una activa política de "chilenización" de los territorios ocupados. Esta política se inició en 1900, cuando se clausuraron las escuelas peruanas, se aumentó el número de soldados chilenos en la guarnición militar de Tacna y se organizó la migración de ciudadanos chilenos a los territorios ocupados. Además los ciudadanos peruanos que habitaban en estos territorios sufrieron maltratos, atropellos e injurias por defender su nacionalidad.

La intervención norteamericana

Hacia 1919, la activa participación del presidente norteamericano Woodrow Wilson como mediador hizo pensar que era posible la definición de la frontera territorial entre el Perú y Chile. Sin embargo, las negociaciones entre ambos países sufrieron un estancamiento, manifestado en el enfriamiento de las conversaciones diplomáticas el acoso a la población civil de las ciudades cautivas.

Nuevamente con la intervención de Washington, en julio de 1922 se firmó el Protocolo de Arbitraje, donde quedó estipulado que el único tema de resolución era el de los plebiscitos de Tacna y Arica. Entre 1922 y 1929 se discutió sobre la mejor manera de realizar la consulta popular en ambas provincias. Hacia 1925, a través del fallo del presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, se avala la realización del plebiscito en un contexto desfavorable para los intereses peruanos: Tacna y Arica continuaría bajo control chileno aun durante la ejecución de la consultas populares; además, podría ejercer su derecho a voto todo residente de dichas provincias que tuviera al menos dos años de residencia.

En junio de 1929, luego de arduas sesiones de trabajo, los representantes del Perú y Chile, Pedro José Rada y Gamio y Emiliano Figueroa Larraín, llegaron a un acuerdo. Perú recuperaba la provincia de Tacna,mientras que Chile lograba la posesi[on definitiva de Arica. Además, se decretó una serie de especificaciones en cuanto a la naturaleza de las actividades portuarias y de tráfico entre Tacna y Arica,así como indenmizaciones monetarias favorables al Perú.

Acuerdos con Chile 

Setenta años después de la firma del tratado de junio de 1929, quedaban aún puntos por cumplir en el caso con Chile. Por tal motivo, en noviembre de 1999 los gobiernos del Perú y Chile, representados por Fernando de Trazegnies y Juan Gabriel Valdés, sus respectivos cancilleres, firmaron la llamada Acta de Ejecución del Tratado de 1929. De esta manera se sellaron los problemas limítrofes que subsistían desde aquella época. 

Ya en 1993, el gobierno de Alberto Fujimori estuvo a punto de ratificar las llamadas Convenciones de Lima, negociadas con Chile e incluso aprobadas por el Parlamento de ese país. Pero una fuerte oposición interna se lo impidió. En noviembre de 1999, las negociaciones parecían ir por mejor camino. Las Fuerzas Armadas, al igual que los ex cancilleres y embajadores en retiro, la Comisión Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores y la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso habían dado su respaldo. Sólo faltaban las organizaciones de Tacna, que habían convocado a un paro departamental para el 11 de noviembre. Ellos solicitaban a la Cancillería dos cosas para tomar una decisión: documentos y la presencia del canciller De Trazegnies. 

Finalmente las negociaciones se resolvieron. Entre los puntos más saltantes, Chile se comprometió en entregar a Perú un muelle, la estación del ferrocarril y la agencia aduanera. Además, se reconocía el derecho del Perú al absoluto libre tránsito de personas, mercaderías y armamento desde la línea de la Concordia hasta el malecón de atraque, incluyendo todo el recinto portuario al servicio del país. Asimismo, la aduana de Chile sólo sería informada del contenido y características de la carga.





jueves, 24 de marzo de 2022

2 Leyendas que explican el origen del Imperio Incaico

Explicar el origen y desarrollo de muchas cosas que ocurrieron en el pasado a veces es muy complicado, por lo que a menudo, a lo largo de los años se van construyendo o descubriendo relatos que pueden sonar algo fantasiosos. Sin embargo, algunos datos de estas historias pueden ser reales y algunos otros no tanto, a estas historias se les llama “leyendas”.

Respecto al origen del Imperio Incaico existen diferentes leyendas que son manejadas en la cultura peruana, pero solo dos han logrado hacerse muy conocidas, una de ellas es la de Manco Cápac y Mama Ocllo; y la otra es la leyenda de los Hermanos Ayar.

La Leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

Esta es probablemente la leyenda sobre el origen de el Imperio Incaico más conocida, fue escrita por el cronista “Inca Garcilaso de la Vega”, cuya madre fue una descendiente de personas de la nobleza Inca, por lo que pudo obtener importante información sobre los orígenes de la cultura Inca.

Según la leyenda, Ayar Manco (Manco Cápac) y Mama Ocllo, su hermana y esposa, salieron del Lago Titicaca, siendo ellos enviados por su padre, el “Dios Sol”. Se dice en esta leyenda que él los había enviado con la misión de civilizar a la población y fundar un Imperio en su nombre.

 

La tarea encomendada a Manco Cápac era fundar una ciudad que posteriormente se convertiría en el centro del mundo. Para poder encontrar el lugar exacto, el Dios Sol le entregó a Manco Cápac una vara de oro y le dijo que viajara hacia el norte del Lago Titicaca y que mientras caminaba hundiera el bastón en la tierra y el lugar en el que se hundiera con facilidad sería el designado a ser la cuna de su imperio.

 

Juntos Manco Cápac y Mama Ocllo, caminaron por días sin encontrar el lugar en el que la vara se hundiera con facilidad, sin embargo no se dieron por vencidos.

 

Las personas que por esos caminos vivían los confundían con dioses debido a su vestimenta tan colorida y la joyería brillante que usaban.

 

Días después de caminar mucho, ellos llegaron a un impresionante valle rodeado de majestuosas montañas. la Vara de Oro por fin se hundió en ese lugar y fue así como ellos supieron que era en ese lugar, que hoy es la ciudad de Cusco, donde debían fundar la capital del Imperio Incaico.

 

Desde ese momento Manco Cápac tomó la tarea de civilizar a todas las personas en el Valle del Cusco, les enseñó a los hombres sobre agricultura, ganadería, pesca, construcción y sobre todo les enseñó a adorar a su Dios principal El Sol. Mama Ocllo en cambio enseñó a las mujeres el desarrollo de las tareas domésticas y la confección de telas y prendas que las cubrieran de su desnudez.

 

A partir de ese entonces Manco Cápac y Mama Ocllo fueron los fundadores de un gran imperio que posteriormente sus descendientes se encargaron de transformar en lo que ahora conocemos fue el Gran Imperio Inca.

 


La Leyenda de los Hermanos Ayar

Esta leyenda fue escrita primero por Juan Diez de Betanzos, el vivía en Cusco y su lengua era el español, aunque aprendió a hablar el quechua también. Él estuvo casado con una princesa inca que era descendiente directa de los Incas Pachacútec y Atahualpa. En el año 1984, el historiador. En el año 1984, el historiador Luis E. Valcárcel redactó una versión más moderna de esta leyenda y la publicó en su libro “Historia del Perú antiguo a través de la fuente escrita”.

Existe también una versión de esta misma leyenda escrita por el español Pedro Sarmiento de Gamboa, la leyenda fue relatada en su libro “La historia de los Incas”. Ambas leyendas cuentan historias muy similares, sin embargo, la que se cuenta en el libro de Sarmiento de Gamboa cuenta la historia con más detalles.

 

Según cuenta esta leyenda, el Dios Ticci Viracocha (que significa “Hacedor del Mundo”) envió a sus hijos más poderosos en busca de tierras fértiles para que puedan cultivar su producto más preciado, el maíz, y lo compartiera con todos los hombres en la tierra.

 

Es así como en el paraje Tambotoco de Pacaritambo, en el cerro Tampu Tocco, llamado así por las tres ventanas o cuevas que ahí habían, salieron de la ventana central (Capac Tocco o Ventana Rica) los cuatro Hermanos Ayar. Cada uno de los hermanos, al igual que sus hermanas-esposas, tenían poderes y habilidades especiales que debían usar para lograr su misión.

 

La primera pareja estaba conformada por Mama Huaco (La guerrera) y Ayar Cachi. Ella era una mujer fuerte y hermosa, mientras que él era el más dominante y belicoso de los hijos de Viracocha.

 

La segunda pareja estaba formada por Ayar Uchu y Mama Cora. Él, a diferencia de Ayar Cachi, era místico y religioso, podía comunicarse con Viracocha mediante el viento, el agua, el fuego y la tierra. Mama Cora guardaba y transmitía los secretos de las plantas medicinales que su padre les legó.
La tercera pareja estaba constituida por Mama Rahua y Ayar Aucca, ella era una mujer semidiosa, alegre y la más laboriosa de las cuatro mujeres, sabía tejer y en cada textil guardaba la memoria y la historia de su padre Viracocha. Ayar Aucca en cambio tenía una fuerte conexión con los espíritus ancestrales.

 

La última pareja conformada por el mayor de los Ayar y con más autoridad, Ayar Manco Cápac (Manco Cápac) quien tomó ese nombre por el lugar del que salieron, junto a su esposa Mama Ocllo. Él se destacaba por ser astuto, sabio y un gran estratega; el siempre llevaba consigo un halcón llamado Indi, al cual todos veneraban y temían.  Su esposa Mama Ocllo tenía la ternura de una madre, pero a la vez con su mirada podía cautivar a cualquier fiera. Era la encargada de preservar las familias.

 

Se cuenta en la leyenda que Ticci Viracocha le habría entregado a Ayar Manco una Vara de Oro, que sería la que determinaría la tierra donde tendrían que cultivar el maiz e iniciar el gran imperio.

 

Durante el camino, se dió el primer conflicto entre Ayar Cachi, quien haciendo alarde de su poder dio un hondazo y derribó un cerro, el resto de sus hermanos, temerosos y recelosos del poder de Ayar Cachi, decidieron deshacerse de él, por lo que le pidieron que regresara a la cueva de Pacarina por suministros. Cuando Ayar Cachi entró a la cueva, fue traicionado por su sirviente, quien puso una piedra en la entrada bloqueando de esta forma la salida de Ayar Cachi.  Se dice en la leyenda, que al no poder salir Ayar Cachi habría gritado tan fuerte que causó que la tierra tiemble, se abran las montañas y el cielo se sacuda y el sirviente quedó convertido en piedra.

 

El resto de los hermanos junto a sus esposas siguieron su camino y llegaron al cerro Huanacauri donde ellos encontraron un ídolo de piedra con el mismo nombre de la montaña. Con mucho miedo, los tres hermanos entraron al lugar de culto, sin embargo, uno de los hermanos, Ayar Uchu, desafió al ídolo saltando sobre él. Inmediatamente Ayar Uchu fue convertido en piedra. Después de este incidente, los hermanos que quedaron siguieron su camino.

 

Mientras los dos hermanos seguían caminando en la búsqueda de tierras fértiles, Ayar Auca fue a explorar un área cercana. Él obtuvo alas y se fue volando hacia un lugar llamado Pampa del Sol, al aterrizar ahí, Ayar Auca fue convertido en piedra.

 

Cuenta la historia que el viaje de los hermanos Ayar duró muchos años y que ellos fueron los que fundaron una gran civilización. Cuando llegaron al Cusco tenían buenas semillas de maíz y estas al ser plantadas crecieron..

 

Al final, solo Ayar Manco (Manco Cápac), acompañado de las cuatro mujeres, fue capaz de llegar hasta el Valle del Cusco donde al fin encontró tierras fértiles. En ese momento él pudo hundir la Vara de Oro que recibió de su padre, El Dios Sol, para que Manco Cápac pudiera determinar el lugar en el que fundaría lo que posteriormente sería el Imperio Inca o también conocido como Tawantinsuyo.

 


 

 

 

ASIA

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