martes, 29 de marzo de 2022

Acuerdo con Colombia

El caso colombiano 

Con la desintegración del ideal bolivariano de la Gran Colombia, la naturaleza ambigua de la demarcación fronteriza territorial entre Perú y Colombia dio paso a una serie de negociaciones y conversaciones en la búsqueda de solución inmediata al tema de los hitos. Sin embargo, lo que inicialmente se planteó como un tema limítrofe clásico, muy pronto incorporó el elemento amazónico y la posibilidad de navegación fluvial en la región. En 1894, con motivo de las gestiones diplomáticas entre Perú y Ecuador, Colombia solicitó ser admitida en las discusiones fronterizas. El gobierno colombiano argumentó tener derechos sobre la región de Maynas. A diferencia de Ecuador -que negaba la existencia de la Real Cédula de 1802, en que se demuestra que la comandancia de Maynas se había incorporado al Virreinato del Perú-, Colombia sí aceptaba su existencia, pero negó su carácter jurídico y sostuvo que la Cédula sólo era una demarcación de orden eclesiástico, pero no político o civil. A pesar de las buenas intenciones, a lo largo del siglo XIX las conversaciones entre el Perú y Colombia no lograron plasmar un documento definitivo que estableciera las bases legales sobre las cuales estipular la situación limitrofe entre ambos países. El manejo consistió en acuerdos temporales de buena voluntad y mutuo respeto a la soberanía de cada nación. 

Negociaciones a inicios del siglo XX 

A inicios del siglo XX, Colombia inició una campaña muy efectiva que beneficiaría sus intereses en la región amazónica. Los sucesos de convulsión interna que desembocaron en 1903 en la separación de su territorio de toda la zona del istmo de Panamá, llevando al surgimiento de dicha nación como Estado independiente, marcaron la voluntad política de definir y lograr una presencia sólida y real en el Amazonas. 

El fracaso de las diferentes conversaciones para solucionar el problema de la frontera originó que Colombia, en 1906, anunciara que volvería a ejercer jurisdicción en la zona del Putumayo. Como consecuencia de este acto, se produjeron diversos enfrentamientos en la región. Con el ánimo de solucionar la violenta situación, los ministros de Relaciones Exteriores de Perú y Colombia, Melitón Porras y Tanco Argaez, respectivamente, firmaron un tratado de paz, amistad y límites. En él se estipulaba que los temas limítrofes entre ambos países serían tratados luego de resuelto dicho aspecto con Ecuador. 

No obstante lo acordado, Colombia estableció en enero de 1911, campamentos iniciales en la zona en disputa, ubicada en la margen derecha del río Caquetá. En junio del mismo año, otra expedición militar zarpó a Puerto Córdoba o La Pedrera, en clara incursión al territorio nacional. En defensa de sus intereses, el Perú solicitó la suspensión de la expedición, pero su pedido fue denegado. Como respuesta, las autoridades militares de Loreto enviaron un contingente militar con la misión de desalojar a los colombianos de Puerto Córdoba. 

Aunque se hicieron gestiones para evitar el enfrentamiento, entre el 10 y el 12 de julio, peruanos y colombianos sostuvieron feroces encuentros. Bajo el mando de Oscar Benavides, los soldados peruanos lograron desalojar a los invasores y tomaron Puerto Córdoba. Días después, el Perú desalojó la zona en cumplimiento de los acuerdos previos.

Las gestiones diplomáticas llevaron a la firma, en 1911, del convenio Pinto-Olaya Herrera. En él se estipulaba el carácter provisional de las guarniciones en el Caquetá, que no significaban reconocimiento alguno de soberanía por ninguna de las partes.

El Tratado Salomón-Lozano 

En los años siguientes se sucedieron acciones militares por ambos bandos, lo que puso en evidencia la necesidad urgente de dar una solución oficial al impasse fronterizo. Así, en marzo de 1922 se suscribió en Lima el Tratado Salomón-Lozano, en el que se reconoce como línea fronteriza entre ambos países el río Putumayo, trazando una línea de confluencia que desemboca directamente en el río Amazonas, hasta el límite entre Perú y Brasil establecido en 1851. Con ello, Colombia obtenía acceso directo al Amazonas a través de la cesión que hacía el Perú de un territorio de forma trapezoidal, cuya base estaba constituida por el río Amazonas y cuyo poblado más importante era la ciudad peruana de Leticia. A cambio de este acceso al Amazonas, Colombia reconocía como peruanos los territorios comprendidos entre la margen derecha del río Putumayo y la línea establecida en la frontera entre Ecuador y Colombia en las hoyas del Putumayo y del Napo. Dado el acceso amazónico concedido a Colombia por el gobierno peruano, el Tratado Salomón-Lozano es uno de los acuerdos limítrofes más polémicos y cuestionados entre los firmados por el Perú.



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